ANDRÉS LOMEÑA: Algunos problemas sexuales como la disfunción eréctil no responden a motivos psicológicos, sino físicos. El incremento brutal en el consumo de porno habría modificado sensiblemente nuestras respuestas cerebrales al placer. ¿Cómo llegó a esas conclusiones?
GARY WILSON: Es evidente que la disfunción eréctil existe, así que también existen las causas psicológicas de la disfunción eréctil. Sin embargo, la disfunción eréctil por el consumo excesivo de porno en Internet también existe. Sabemos esto porque muchos hombres se recuperan al cabo de un tiempo cuando dejan de ver porno en la red. Descubrimos esto cuando los hombres empezaban a recuperarse de la disfunción eréctil sin cambiar ninguna otra variable, sólo quitando la pornografía de Internet. ¿Cómo sabíamos que estaba en el cerebro? Había muchos médicos que lo probaron para la disfunción eréctil orgánica; algunos vieron que no era útil el asesoramiento en los episodios de ansiedad.
El problema no es el clásico episodio de ansiedad porque las personas afectadas podían conseguir erecciones cuando veían porno en la red, pero no cuando se masturbaban sin esos vídeos. Al final, algunos no podían lograr erecciones, ni siquiera con la ayuda del porno en Internet. El episodio de ansiedad se limita a la incapacidad de hacerlo con otra persona.
Esto se descubrió por un proceso de eliminación. Las únicas opciones que quedaban en los hombres saludables era el condicionamiento sexual y/o la adicción al porno. Había cambios estructurales y biomecánicos en el circuito de recompensas del cerebro.
Hay más evidencias de que esta condición se da en el cerebro: casi todos los hombres experimentaron síndromes de abstinencia y patrones de recuperación similares. A los hombres les lleva de 2 a 12 meses recuperarse después de haber dejado el porno. Aquellos que empezaron antes con el porno tienden a necesitar más tiempo que quienes empezaron más tarde.
Los hombres que surgieron en primer lugar se identificaron a sí mismos como adictos. Experimentaron síndromes de abstinencia severos cuando dejaron el porno. La mayoría pasó a materiales más extremos (un signo de un proceso de adicción llamado “tolerancia”).
A.L.: ¿Es el efecto Coolidge y su conexión con la pornografía su mayor contribución a este cmapo?
G.W.: Creo que la comprensión de que lo novedoso libera dopamina en el circuito de recompensas del cerebro es importante para el entendimiento de todas las variedades de adicciones de Internet. La estimulación sexual libera más dopamina que cualquier otra recompensa natural. Como resultado, la novedad sexual es especialmente atractiva.
El porno en Internet puede definirse como un estímulo superior a lo normal por sus novedades sexuales ilimitadas. A diferencia de los mamíferos durante la época de celo, los consumidores pueden ver horas de porno sin activar un mecanismo innato para saciarse. Esto provoca un exceso de consumo crónico casi sin esfuerzo. Mírate esto: Supernormal Stimuli: How Primal Urges Overran Their Evolutionary Purpose, 2010, by Deidre Barrett,http://en.wikipedia.org/wiki/Supernormal_stimulus.
A.L.: ¿Cómo define el consumo de porno en su investigación? Lo digo porque el propio porno ha evolucionado en la red. Fabian Thylmann, fundador de sitios como Youporn, Pornhub o Tube8, podría ilustrarnos en este aspecto.
G.W.: El circuito de recompensa no sabe lo que es el “porno”. Sólo entiende de niveles de estimulación. Para una persona algo inocuo puede tener un alto voltaje sexual. Para otro, eso mismo puede causar aversión. Para otro, un material clasificado como X puede no provocarle nada a menos que haya algún fetiche. No hay forma de definir lo que es el porno.
Cuando la gente “reinicia”, elimina (idealmente) toda excitación artificial para ayudar a reconectar su respuesta con las parejas reales.
El acceso al porno ha tenido un gran impacto, por no hablar de la estimulación de la novedad “a un click”. Creo que la alta definición, el streaming, la abundancia de porno gratis, los smartphones (los jóvenes pueden obtener privacidad), en definitiva, el acceso ilimitado incrementa el porcentaje de la población en riesgo de desarrollar condicionamientos sexuales no deseados o adicciones. En otras palabras, cuanto más “caliente” es el porno, más fuerte es el estímulo… y más usuarios empiezan a competir con el sexo real en términos de estimulación.
Los vídeos han tenido mucho más impacto que las imágenes. Con una imagen, el consumidor tiene que continuar usando su imaginación y a menudo verse como protagonista, pero con el vídeo está viendo a gente real hacer cosas reales. No sólo el vídeo le deja en el papel pasivo de voyeur, además condiciona su sexualidad sin ser plenamente consciente.
A.L.: Seguro que le han acusado de ser un moralista porque parece que propone la castidad.
G.W.: Sí, las personas me acusan de ser un moralista y de ser religioso, y muchas otras cosas que no son ciertas. No estoy seguro de cómo has llegado a la conclusión de que se propone la “castidad”. Tal y como yo lo veo, trata sobre personas volviendo a un funcionamiento sexual saludable. Los hombres pasan de no tener sexo (disfunción eréctil) o de tener un sexo insatisfactorio (eyaculación tardía, libido baja) a tener relaciones sexuales de nuevo con erecciones normales, deseo sexual normal y mucho más placer.
Creo que la confusión procede del hecho de que la mayoría de los tíos (especialmente los jóvenes) con disfunción eréctil inducida por el porno tienen que dejar de masturbarse temporalmente. Para muchos, el uso del porno está tan asociado (“conectado”) a la masturbación que ni siquiera pueden masturbarse sin porno o fantasías porno. Eso retrasa la recuperación. La idea es dar a los circuitos relacionados con el porno un descanso mientras el cerebro vuelve a la normalidad para que los estímulos cotidianos lleguen a ser más excitantes. Esto es temporal y una vez que se han recuperado, la gente elige su propio camino.
A.L.: ¿Cuál es su disciplina exactamente y quiénes investigan temas similares al suyo?
G.W.: Lo que hago es fundamentalmente neurobiología. Mis ideas no son nuevas. De hecho, ni siquiera son mis ideas. Por ejemplo, en 2011 la American Society of Addiction Medicine (3000 médicos e investigadores sobre adicción) hicieron públicamente una nueva definición de adicción. Dijeron que la adicción es una única enfermedad cerebral, ya sea algo químico o del comportamiento. Todas las adicciones comparten los mismos cambios cerebrales fundamentales, los cuales pueden diagnosticarse por signos, síntomas y comportamientos específicos. Estos médicos mencionaron específicamente la comida y las adicciones del comportamiento sexual. Mira estos enlaces: http://www.asam.org/advocacy/find-a-policy-statement/view-policy-statement/public-policy-statements/2011/12/15/the-definition-of-addiction y http://www.asam.org/docs/publicy-policy-statements/20110816_defofaddiction-faqs.pdf?sfvrsn=0
Desde mi punto de vista, la adicción al porno de Internet es sólo un subconjunto de la adicción a Internet, más que un subconjunto de la adicción al sexo. Ya hay estudios sobre el cerebro de los adictos a Internet, muchos de los cuales incluyen el consumo de porno. Todos muestran los mismos cambios cerebrales relacionados con la adicción vistos en otros tipos de adicciones. Mírate los estudios sobre adicción a Internet.
En esto me acompañan: Norman Doidge, autor de El cerebro se cambia a sí mismo. Carlo Foresta, jefe del departamento de antropología de Padua o Donald L. Hilton MD, autor de Pornography addiction: a supranormal stimulus considered in the context of neuroplasticity.
A.L.: ¿Tan importantes son sus diferencias con el psicólogo Philip Zimbardo?
G.W.: Eso es un malentendido. Mi conferencia TED extendía su llamada a la acción para controlar la adicción a las diversas excitaciones. No le contradije, más bien le apoyé. Zimbardo recomienda mi web en su libro y respetamos sus esfuerzos para alertar al mundo de este problema.
A.L.: ¿Qué piensa del DSM-V? ¿Debería incluirse la adicción al porno en el manual de trastornos psiquiátricos?
G.W.: Sí, creo que hay una gran evidencia para incluir la adicción a Internet (y de este modo la adicción al porno de Internet) en la sección de adicciones del comportamiento del DSM-V. El DSM-V está siendo demasiado conservador. En parte, esto parece deberse a una falta de voluntad por categorizar cualquier comportamiento sexual como una adicción. Esto puede sonar a política, como ya digo en el artículo Porn and DSM-5: Are Sexual Politics At Play?
En general, estamos de acuerdo con los National Institutes of Mental Health: los científicos necesitan considerar la psicología de la adicción y del condicionamiento sexual antes que adherirse a la visión del DSM. Lee el artículo sobre el anuncio del NIMH acerca de los fallos del DSM: https://www.yourbrainonporn.com/national-institute-mental-health-nimh-dsm-flawed-and-outdated
A.L.: Participará en la revista que van a sacar sobre porn studies?
G.W.: No soy un académico y es muy improbable que el comité de esa revista esté interesado en algo de lo que tengo que decir. Mírate mi artículo: Drumroll: An Academic Journal For Porn Fans.
A.L.: ¿Va a publicar un libro de todo esto?
G.W.: No. El fenómeno del porno en Internet y sus efectos en el cerebro de los usuarios va demasiado rápido como para codificarlo en un libro. Todo lo que puedo hacer es actualizar las cosas en mi web. No sólo está cambiando rápidamente la tecnología de transmisión del porno; también lo hace la nueva ciencia del cerebro y del condicionamiento sexual.
Además, quienes necesitan esta información no necesitan leer libros. Buscan las respuestas en Internet.
A.L.: ¿Con qué nos quedamos como conclusión?
G.W.: Lo que suelen ignorar los expertos en porno mainstream es:
1. Las revelaciones de la neurociencia en el cerebro adolescente y sus vulnerabilidades.
2. Las revelaciones de la neurociencia en el condicionamiento sexual (la adicción interrumpe ciertos mecanismos cerebrales).
Ésta es la información que los jóvenes usuarios del porno (y sus tutores) necesitan comprender cuanto antes. Mira el vídeo de Internet: Adolescent Brain Meets Highspeed Internet Porn.
1 de julio de 2013
Andrés Lomeña
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